Estoy leyendo el libro “El Modelo Económico Social Comunitario Productivo Boliviano (MESCP), escrito y publicado en el 2015 por el entonces ministro de Economía y actual presidente de Bolivia señor Luis Arce Catacora. Es un libro voluminoso de 425 páginas, donde en una primera parte presenta una cronología del modelo neoliberal implantado en 1985 hasta el 2005, detallando las causales de su fracaso, para luego pasar a describir las motivaciones del desarrollo de un nuevo modelo, resaltando el rol transferidor del Estado. Desde ya, es un valiosísimo material que en cuanto termine de leerlo, me comprometo hacer llegar mis correspondientes observaciones.
Lastimosamente los acontecimientos socio económicos que están ingresando a su tercera semana de conflictividad (y que al momento no da muestras de solución), frenan en seco mi ímpetu para continuar con esta agradable lectura (recién voy por la página 110), para tratar de ayudar a buscar alternativas de solución, que contribuyan a salir del barullo en que nos encontramos. Es evidente que estamos llegando al borde de la cornisa y con los ojos vendados; necesitamos quitarnos la venda para ver el precipicio que tenemos enfrente.
El pretexto del conflicto es el censo 2023 versus censo 2024; las posiciones antagónicas entre ambos bandos, nos han llevado a una serie de foros y reuniones que lejos de aportar definiciones nos están conduciendo a un callejón sin salida. Independientemente de quien tenga la razón, la decisión por cualquiera de las dos alternativas, no garantiza per sé, una asignación equitativa de recursos a futuro, ni proporcionalidad en la distribución de escaños, en tanto y en cuanto no logremos (todos) subordinar las ambiciones políticas a los objetivos de paz y tranquilidad social.
Alguien intenta hacernos creer que el enemigo del boliviano es otro boliviano, (trabajadores contra empresarios, orientales contra occidentales, negros contra blancos, indios contra mestizos, etc). Todos los bolivianos son amigables y generosos, en tanto que el cruceño en particular, es además querendón, que recibe a los migrantes con los brazos abiertos y que en conjunto contribuimos al crecimiento del país. Las peleas entre connacionales, no tienen razón de ser, no tienen sentido y deben evitarse por encima de cualquier otro objetivo.
La población tiene el derecho y la responsabilidad de quitarse la venda y exigir a sus líderes dar solución inmediata al conflicto, en lugar de estar perdiendo el tiempo en foros infructuosos (que cada uno de ellos ya entran con el libreto definido), como si no hubiera otros temas trascendentales que analizar para estar preparados ante la amenaza de la ralentización de la economía mundial. La responsabilidad histórica recae sobre los líderes de ambos frentes; o se abroga el Decreto 4760 y/o el otro frente, simplemente levanta el paro. Mucho mejor, si las dos situaciones se dan en simultáneo (así de sencillo). Es momento de dar muestras de humildad y sabiduría, en lugar de intransigencia y soberbia; el país se los agradecerá.
Harold Dávila Director de la Revista Contacto Economico