Urge promover la cultura del respeto y la tolerancia

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La revista Contacto Económico, además de promover el desarrollo del conocimiento en temas de economía y negocios, también asume la responsabilidad moral de velar por la paz y armonía entre los integrantes de la sociedad. Con esta atribución, es que, ahora me permito reflexionar sobre un tema sumamente importante que está relacionado a la confrontación política en las redes sociales que a diario atestiguamos. Me refiero al cruce de palabras ofensivas de grueso calibre entre los participantes, que lejos de conducir a un mayor entendimiento que beneficie al país, por el contrario, nos están llevando a un proceso de autodestrucción social.

Entiendo que algunas personas caen en la tentación de insultar a sus semejantes, motivados por las deficiencias o por los descarados actos de corrupción que se están detectando, pero que no es cualidad exclusiva de este gobierno (sin que con ello pretenda justificarlos). Sucedieron en anteriores gestiones y también se observan en las diversas tiendas políticas. Es importante tomar conciencia, que los insultos no son el mejor camino para reparar lo dañado y mucho menos para corregir errores; todo lo contrario, se atiza más el odio y el rencor, al extremo de desatar una competencia de quién insulta o grita más.

También existen aquellas personas que lo hacen por simple hábito o costumbres asimilados desde sus hogares, donde lastimosamente no tuvieron la suerte de recibir principios de valores morales y éticos. A ellos les puedo decir que reflexionen, pues el ser ofensivos no les hace superiores, por el contrario, deberían buscar la forma de prepararse más, para encontrar argumentos convincentes que les facilite persuadir con ideas pro positivas y edificantes. Obviamente que para lograr aquello, es necesario liberarnos de las ataduras sicosociales que las diferentes tendencias ideológicas, nos inculcaron durante nuestro proceso de formación.

Debemos meternos en la cabeza, que sobre cualquier posición política, deben prevalecer los valores éticos que, si no tuvimos la suerte de asimilarlos, debemos realizar esfuerzos en cultivarlos y desarrollarlos. Valdrá la pena intentarlo, si verdaderamente aspiramos a lograr una sociedad sin pobreza, más justa y equilibrada. Si todos nos proponemos actuar de esta manera, tengan la absoluta seguridad que conseguiremos entablar una valiosa retroalimentación entre los diversos actores políticos, con lo que lograremos obtener, un sustancioso coctel de conocimientos que conducirá inobjetablemente a un mayor entendimiento entre los diversos actores.

 Hoy más que nunca, se requiere de nuevos líderes con visión pragmática, poseedores de una integridad moral y ética a toda prueba especialmente en el terreno político; puesto que de la manera cómo se gobierna un país, depende su grado de retraso o progreso. Invoco a todas aquellas personas que reconocen y cultivan estos valores, hacer causa común para difundirlos a través de todos los medios posibles, en aras de formar líderes que crean y los practiquen. Señores, ¡urge promover la cultura del respeto y la tolerancia!

440Harold Dávila Ruiz Director General