Como ya es de conocimiento generalizado, la pandemia y en especial la cuarentena obligatoria, nos ha dejado a todos sin liquidez, principalmente a los empresarios pequeños y consecuentemente a los trabajadores; recuperarnos dependerá de las políticas acertadas que pueda dictar el gobierno, pero principalmente a la forma de cómo encaremos el problema cada uno de nosotros y en especial en lo que hace a la relación del empleador con el trabajador.
Muchos sectores disminuirán su actividad totalmente, al extremo que algunos de ellos se verán precisados a cerrar o cambiar de rubro, con la consecuente e incontrolable pérdida de fuentes de empleos. Es el momento para que el trabajador que en algún momento soñó con ser independiente y dueño de su tiempo, pueda dar rienda suelta a su imaginación para diseñar, planificar y fundar su propio proyecto que en adelante deberá ser su nueva forma de vida.
Es aquí donde se requiere la intervención del gobierno en sus tres estamentos para que, con políticas de apoyo coherentes y coordinadas, puedan facilitar a estos nuevos aspirantes a emprendedores, mecanismos que les permitan concretar en el menor tiempo posible sus anhelados sueños. Es el momento adecuado también para que el Estado, logre transferir emprendedores del sector informal hacia la formalidad, para así lograr una mayor base de contribuyentes que aportarán al erario nacional.
Estas nuevas políticas de facilitación, deben comprender capacitación constante en finanzas, manejo de recursos humanos, investigación de mercados y apoyo promocional; normas de flexibilización laboral y tributación; la mayor cantidad de errores de orden impositivo suceden por falta de una orientación adecuada por parte los funcionarios pertinentes. Señores del gobierno, se dice que toda crisis trae nuevas oportunidades, si es así, pongámoslas al servicio de la población.
