Si usted se quedó alguna vez en la carretera por culpa de los bloqueadores, sea en transporte público o propio, conoce de los sinsabores que esta situación proporciona; obviamente que no todos los pasajeros por ejemplo de una flota resultan afectados de la misma manera. El que tiene plata en el bolsillo, se baja del bus camina uno o dos kilómetros hasta encontrar otra movilidad que podrá transportarle a su lugar de destino y solucionado el problema; quizá con una hora de retraso dependiendo de la distancia que le tocó caminar de todos modos llegó feliz. Pero aquellas personas que viajan a las justas con su pasaje, algunos incluso que ni para comer tienen, ¿cómo la pasan?; es mucho más dramático para quienes viajan con niños, bebes, o enfermos, es un martirio la cuestión de alimentos, aseo y salubridad. Los “jefes” en los puntos de bloqueos, no se conduelen, es más, en su intento de mostrar rigidez en el cumplimiento del “mandato de las bases”, en ocasiones el cruce de palabras con los bloqueados desencadena en humillaciones y enfrentamientos físicos.
Pongamos otro ejemplo, el caso de Pedro que no tiene empleo y para mantener a su esposa y cuatro hijos, compra frutas en las chacras y las trae a vender al mercado mayorista en un camioncito propio o alquilado; de pronto, faltando una hora para llegar a su lugar de destino, encuentra la carretera bloqueada; su espíritu optimista le hace pensar que en cualquier momento se suspenderá y cruzará, quizá con unas horas de retraso pero de todos modos llegará a vender sus productos oportunamente. A medida que va pasando el tiempo se da cuenta que su percepción de la realidad estuvo equivocada; pasan horas, días, la fruta se malogra o la remata antes a precio de gallina muerta y desaparece su capital, ¿quién le repone lo perdido, los bloqueadores, el gobierno, la gobernación?, nadie señores; ahora, supongamos que en lugar de Pedro, es Juana, madre soltera o viuda que se esfuerza para ganarse el pan honradamente.
El bloqueo, justificado o no, afectó la vida de esas personas haciéndoles más pobres de lo que fueron antes. Las entidades gremiales reportan daños millonarios y algunas pérdidas de mercados externos por incumplimiento de contrato; pero nadie puede contabilizar el inconmensurable daño que se hace a los miles de Pedros y Juanas. Aquí cabe hacerse las siguientes preguntas, ¿realmente justifica afectar a la gente más pobre para conseguir algo que por incapacidad de diálogo y diplomacia no lo logramos?, ¿por qué tanta permisividad de las fuerzas del orden que están llamadas a garantizar el libre tránsito y el derecho al trabajo?, ¿por qué las entidades involucradas no se anticipan al problema buscando la solución de manera oportuna?, ¿por qué…?. En tanto no desarraiguemos el hábito de los bloqueos, tengan la seguridad que ningún modelo económico, sea estatista o de libre mercado podrá hacernos progresar.
El Director