La Organización de las Naciones Unidas (ONU), fue creada en 1945, supuestamente para aplicar medidas ante los problemas a los que se enfrenta la humanidad, encontrándose entre ellas: mantener la paz y la seguridad internacional, proteger los derechos humanos, entregar ayuda humanitaria, promover el desarrollo sostenible y defender el derecho internacional. De estos cinco mandamientos ninguno se cumple a cabalidad y jamás se logrará en tanto no se reestructure el Consejo de Seguridad que es uno de los seis órganos que lo conforman.
Los otros cinco órganos son: la Asamblea General integrada por 193 Estados miembros, el Consejo Económico y Social, el Consejo de Administración fiduciaria, la Corte Internacional de Justicia y la Secretaría de la ONU. El Consejo de Seguridad tiene la responsabilidad principal de mantener la paz y seguridad internacionales. Cuenta con 15 miembros (5 permanentes y 10 no permanentes), cada uno tiene un voto, pero los cinco permanentes cuentan con el poder del veto; “é aquí la madre del cordero”, los que tienen el poder son: Francia, Rusia, China, Reino Unido de Gran Bretaña y los Estados Unidos de América.
Cualquier resolución que el Consejo de Seguridad quiera adoptar, tiene que someterlo a votación, resultando ser un simple formulismo en tanto uno de los cinco países pueda vetarlo al sentirse afectado en sus intereses. Esta situación impide, por ejemplo, que la ONU intervenga de mediador en el conflicto entre Rusia y Ucrania; lo mismo sucedería, si a los Estados Unidos se le ocurriera invadir Venezuela o Cuba; nada podría hacer la ONU, puesto que la decisión que quisiera adoptar será vetado. De lo expuesto podemos concluir, que la diplomacia internacional hace tiempo que está aplazada y no aprobará, en tanto no se constituya un organismo mundial en donde no existan miembros con poder de veto.
El Director