En Bolivia, se dispuso la emergencia sanitaria por Covid-19 desde el 12 de marzo de 2020 y se empezó con la restricción de horario desde el día 16 de marzo, fecha a partir del cual el ciudadano boliviano vio restringiendo sus ingresos hasta que en fecha 21 de marzo se declara cuarentena total, este aspecto es importante en función de establecer la relación tiempo ingresos que debemos considerar.
Por otra parte la OMS (Organización Mundial de Salud ), el 30 de enero de 2020, declara emergencia sanitaria de preocupación internacional, ya a partir de ese momento los países en mayor o menor grado fueron fortaleciendo sus sistemas de salud específicamente en lo que respecta enfermedades respiratorias y sus unidades de terapia intensiva, punto clave donde la estrategia de los países se dividió en permitir el contagio colectivo buscando la inmunidad colectiva (asumiendo el costo social: múltiples decesos de grupos vulnerables) o en su caso buscando frenar el contagio, esperando una posible vacuna que puede llegar hasta finales del 2020 y hasta que llegue ese día, vivir en aislamiento constante.
Salvando las distancias, no solamente económicas, sino también de organización de su Estado y comportamiento de su sociedad, la República Popular de China mantuvo una cuarentena desde al 23 de enero al 8 de abril del presente año, teniendo una duración de 11 semanas, exactamente 76 días para dar por terminada su cuarentena, dato frio, en el que si hizo mucha propaganda de la inmensa capacidad del país asiático para habilitar espacios y construcción de hospitales para la atención de la epidemia pero poca difusión se hizo a aspectos más cotidianos pero estratégicos en a lucha contra el coronavirus, durante la epidemia el gobierno se encargó de la distribución de alimentos en todos hogares (Puerta a Puerta) en los distritos donde se dispuso cuarentena estricta, se prohibió bajo arresto la circulación de cualquier persona sin barbijos, controles de temperatura en edificios particulares, seguimiento de salud a distancia de todos los empleados en todas las empresas y como si fuera poco a pesar de ser grandes productores de material de bioseguridad, compraron productos de otras industrias para dotar su mercado interno.
Queda claro que la principal herramienta contra la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2 es la detección temprana de la infección, es una estrategia indispensable para controlar, o al menos contener la epidemia, las pruebas de detección no solo permiten identificar a las personas infectadas y evitar que infecten a otras, aporta valiosa información sobre la intensidad y evolución de la epidemia, ayuda a estimar la verdadera tasa de letalidad del virus.
Las tasas de pruebas son muy diversas: Podemos encontrar entre 2 130 pruebas por millón de habitantes en el caso de Corea del Sur, de 200 a 400 por millón de habitantes en distintos países europeos, o 1 por millón en el caso de Estados Unidos. En la provincia de Cantón (China), la tasa se situaría en casi 3 000 pruebas por millón de habitantes.
En Bolivia se hace un aproximado de 115 a 120 pruebas diarias de COVID-19, Chile ya se realizan al menos 3.500 test al día, existe una gran falta de reactivos, y por ende no hay pruebas, consiguientemente cada noche miles de familias bolivianas se sientan frente al televisor a escuchar un reporte que básicamente oscila en torno a cuentos nuevos infectados hay de esas 120 pruebas realizadas en los tres laboratorios que hacen pruebas a nivel nacional, lo que se traduce porque un día hay un infectado y al día siguiente como 30.
Lo realmente penosos de la situación, es que pese a varios anuncios de la llegada de reactivos y material de biodiversidad, en la última semana vienen anunciando que las compras urgentes son realizadas por el Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que son dos organizaciones multilaterales sumamente burocráticas por su propia estructura y que no tienen la urgencia en la atención de la emergencia, puesto que sobre todo su responsabilidad esta con su institución y no así con Bolivia, adicionalmente que obligación tienen con el Estado y el pueblo boliviano, finalmente ante una auditoria asumirían un dictamen negativo? No olvidemos que la Ley 1178 define responsabilidad por el manejo de recursos del Estado.
La crítica en este punto es que la dirigencia, presidentes, ejecutivos, lideres están ahí para que tomen decisiones y más ante una emergencia como la que estamos viviendo, para eso están las decisiones ejecutivas, las mismas que están sujetas a control del Estado, tanto ex ante como ex post, pero no se puede delegar estas facultades y menos a terceros que no guardan responsabilidad frente al Estado.
Consiguientemente, no encontramos con más de 45 días sin desarrollar actividades productivas en forma normal, sin que hayan mejorado las condiciones del sistema de salud (tanto en pruebas como equipamiento), contamos más de mil contagiados y 50 fallecidos, la curva de proyección matemática está lejos de aplanarse, aun cuando consideramos que la pandemia es más parecida a una puerta a un muro y en escenario sin cuarentena calculaba 2719 enfermos.
Por otra parte, en cuanto el efecto económico la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) bajo la proyección de crecimiento de 3% a -3%, la tasa de desempleo en la región se ubicaría en torno a 11,5%, un aumento de 3,4 puntos porcentuales respecto al nivel de 2019 (8,1%).
De esta forma, el número de desempleados de la región llegaría a 37,7 millones, y en Bolivia un millón de empleos formales y 4.2 millones de trabajos informales corren riesgo de desaparecer, debiendo considerar que ya han quebrado más de 100 mil pequeñas y medianas empresas, y están por desaparecer más 349 mil empleos en hotelería y gastronomía.
En cuanto su efecto en el Producto Interno Bruto (PIB) de Bolivia, debemos señalar, que:
Los sectores económicos menos afectados son la agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca, tienen una participación de 14,4% en el PIB.
Mientras que los medianamente afectados son la explotación de minas y canteras, las industrias manufactureras, el suministro de electricidad, gas y agua, la construcción, la intermediación financiera, las inmobiliarias, los servicios empresariales y de alquiler, la administración pública, y servicios sociales y personales, son la parte más sensible con una participación del 65% del PIB
En cuanto los sectores más afectados están el comercio por mayor y menor, la reparación de bienes, los hoteles y restaurantes, el transporte, el almacenamiento y comunicaciones, y los servicios en general, con una participación del 20,6% del PIB.
Por lo que volvemos al principio, el huevo o la gallina, que necesito más salud o comida, pero la comida también da salud, pero sin salud no puedo conseguir comida, y como algún sabio dijo una vez no todo es blanco y negro, debemos iniciar de la máxima que este virus no tiene una cura y la mayor defensa para miles de posibles contagiados es tener un organismo saludable y la autogeneración de inmunidad, la cual obviamente no la podre alcanzar con bajo consumo de minerales y vitaminas, sin embargo no podemos dirigirnos al canibalismo de los mas fuertes y dejar atrás a los mas vulnerables nuestra humanidad y progreso como personas tampoco nos lo permite.
Cualquier escenario posible solo es posible con el apoyo de toda la sociedad, una conciencia social para cuidarnos y poder trabajar, aprender a vivir y trabajar con sana distancia, respeto y apoyo por el espacio y la salud del prójimo, pudiendo establecer medidas de seguridad parciales pero en menor escala, así como la participación del Estado para cambiar paradigmas no solo con programas asistencialistas, sino con programas estructurales, que permitan medidas de apoyo directo a la protección laboral como reducción de jornadas laborales o subsidios al salario; diferimiento de pagos e impuestos (ingresos, IVA, contribuciones a la seguridad social), instrumentos financieros (préstamos, subvenciones y garantías), así como políticas estructurales (nuevos mercados, digitalización y teletrabajo).
Leonardo Ossio Ferreyra