En el intento de proteger vidas humanas, el gobierno dicta medidas que tienden a afectar la economía nacional con el riesgo de ocasionar una crisis económico social sin precedentes y cuando hablamos de economía, no nos referimos a la de los grandes empresarios ni a los burócratas, ambos sí que están blindados y por mucho tiempo. Las medidas que ya fueron dictadas independientemente si son las adecuadas, no quedan más que acatarlas en su totalidad para obtener el mejor resultado posible; pero no se debe ampliar un día más la cuarentena ni la cancelación del libre tránsito nacional e internacional, puesto que hacerlo traerá consecuencias desastrosas.
Veamos, el 70% de la población boliviana es trabajadora informal, por lo tanto, viven el día a día que no soportarán sobrevivir mucho tiempo sin recursos para alimentarse; en el otro extremo, la mayoría de las empresas pequeñas que todavía están vigentes, en este mismo momento ya no cuentan con dinero para pagar sueldos y se les complicará aún más los meses siguientes, el desempleo crecerá terriblemente. El descuido a los sectores mencionados, motivará un considerable incremento de los fans del presidente anterior, quienes, en su desesperación, harán lo imposible para crear mecanismos legales o ilegales que faciliten traerlo como su salvador.
Pero eso no es todo, lo más grave del asunto es que las cuarentenas, facilitan las condiciones para que violadores, pedófilos y otros degenerados más que se camuflan en algunos hogares, puedan dar rienda suelta a sus bajos instintos con lo que se corre el riesgo de que se incremente la tasa de feminicidios; es que acaso, ¿no están enterados que Bolivia es el país que ostenta la tasa más alta de violaciones y feminicidios en América Latina y que el mayor porcentaje de ellos suceden dentro de los mismos hogares?; en estos momentos, quienes tienen la responsabilidad de controlar a los antisociales y prestar auxilio a los desprotegidos, están muy ocupados patrullando las calles para que nadie salga de sus viviendas.
Al declarar la cuarentena, nos amarramos las manos para desarrollar otras alternativas de solución y que podrían ser incluso más efectivas, por ejemplo: se podría convertir a la “casa del pueblo”, en un hospital de emergencia; en tanto que en las demás ciudades y según sus necesidades, se puede convertir un coliseo en hospital ambulatorio y luego fabricar o comprar el equipamiento correspondiente; para estos casos sí justifica la utilización de las RINs; si faltara profesional médico y de apoyo, se pueden emplear a los estudiantes de medicina de los últimos años que se constituirían en excelentes asistentes.
En esta otra modalidad, trabajamos todos y tenemos mayores posibilidades de combatir al virus sin destrozar la economía, convirtiéndonos en protagonistas en lugar de temerosos y desesperados espectadores; ¿que corremos más riesgo?, quizás sí, quizás no; alguien dijo, escrito está: “nadie muere antes ni después de su hora”. ¡Señores!, el miedo afecta al sistema inmunológico que sirve de compuerta para impedir el ingreso del virus; lo que también tenemos que hacer además de lo mencionado en lugar de gastar recursos en el patrullaje de calles por parte de militares y policías, es crear mecanismos de educación y concienciación para que la población en general, cambie sus tradicionales malos hábitos alimenticios y de higiene, por aquellos que verdaderamente contribuyan a fortalecer su sistema inmunológico; aquí sí, corresponde ejercer una fuerte presión y permanente control.
