El ministro de Economía José Luís Parada, afirmó que todos los trabajadores recibieron su salario de manera puntual, por lo tanto, no requieren del beneficio del diferimiento de los créditos. Seguramente el señor Parada, se refiere a los servidores públicos en los tres estamentos del gobierno que sí tuvieron dicho privilegio y lo seguirán sosteniendo en tanto no se les agote los recursos y si ya se logra levantar la cuarentena rígida en algunas ciudades que todavía están vigentes, especialmente en Santa Cruz. Si la rigidez continua, obvio que también se les acabará la platita para los salarios.
Si revisamos la hoja de vida del ministro Parada, detectaremos que la mayor parte de su trayectoria profesional lo ha desarrollado en entidades públicas, habiéndose desempeñado en su cargo anterior al actual, como secretario de economía de la gobernación de Santa Cruz, situación que quizá explica el por qué, “se ha olvidado” que existe un gran número de asalariados dentro del sector privado. Precisamente la mayoría de estos trabajadores, no lograron recibir aún sus honorarios por los problemas de iliquidez que están atravesando muchas empresas como consecuencia de la cuarentena obligatoria.
En un estado de pandemia como la que estamos atravesando (situación de guerra), de hecho, que todos estamos perjudicados, unos en mayor proporción que otros y lo que se busca es encontrar soluciones que nos encaminen si no a obtener beneficios, por lo menos a minimizar los daños como sucede en el caso de los créditos que se está viendo la forma de diferirlos. Lamentablemente, es muy difícil que la banca pueda diferir por seis meses todos los créditos, puesto que como diversos analistas ya lo han manifestado, puede afectar la estabilidad del sistema financiero y es a lo que menos se quisiera llegar.
Es aquí donde tiene que entrar a tallar la habilidad negociadora del prestatario y el espíritu de solidaridad del banquero que, para lograrlo de manera equitativa posible, debe borrarse el estigma de que el primero es un tramposo que se niega a honrar sus compromisos y el segundo un oportunista que quiere aprovecharse de la situación. Ambos son seres humanos que, liberados de prejuicios y en solidaridad mutua, deben encontrar el camino adecuado que a uno le facilite cumplir con sus pagos en tiempo y forma adecuada, para que el otro y, en consecuencia, se asegure la recuperación de un dinero que dicho sea de paso pertenece a terceros. Es la mejor manera señores, el gobierno no podrá resolverlo todo.
